Desde hace varios años, los fabricantes de dispositivos electrónicos han adoptado un modelo económico que consiste en animar a los consumidores a sustituir sus equipos un tiempo después de haberlos adquirido. Esto es lo que llamamos obsolescencia programada.
Esta noción está definida en el artículo L.213-4-1 del Código del Consumidor que establece que "La obsolescencia programada se define como todas las técnicas mediante las cuales un comercializador tiene como objetivo reducir deliberadamente la vida útil de un producto para aumentar su reemplazo. tasa."
Tuvimos que esperar a la aprobación de la ley de transición energética, el 22 de julio de 2015, para que este texto viera la luz, después de varios años de espera y fracasos. Sin embargo, la primera propuesta legislativa, iniciada por el senador ecologista Jean-Vincent Place, data de 2013.
Obsolescencia en todas sus formas
Existen diferentes formas de obsolescencia programada, algunas condenables, otras no.
La más antigua es obsolescencia estética que provoca que determinados productos sufran una obsolescencia subjetiva. Las modas, los criterios de belleza, los criterios de lujo o incluso la elegancia evolucionan rápidamente, como los objetos o complementos, que pierden su valor simplemente porque ya no están "de moda".
Obsolescencia indirecta es el hecho de que ciertos productos se vuelven obsoletos a pesar de ser completamente funcionales debido a que los productos asociados no están o ya no están disponibles en el mercado. Es el caso, por ejemplo, de determinadas impresoras que quedan obsoletas de hecho cuando el fabricante deja de producir cartuchos de tinta específicos para esos modelos.
Obsolescencia por notificación es una forma avanzada de autocaducidad que consiste en diseñar un producto de tal manera que pueda indicar al usuario que es necesario repararlo o sustituir, total o parcialmente, el dispositivo. Este es el caso, por ejemplo, de determinadas impresoras que avisan al usuario de que los cartuchos de tinta están vacíos aunque no es así.
La obsolescencia por incompatibilidades es una técnica que tiene como objetivo inutilizar un producto porque ya no es compatible con versiones posteriores. Es el caso, por ejemplo, de modelos antiguos de iPhone que han quedado inutilizables por ser incompatibles con las nuevas actualizaciones.
Obsolescencia funcional consiste en un defecto que afecta al producto, como por ejemplo una pieza que ya no funciona, dejando todo el producto inutilizable. Por lo tanto, si el coste de reparación, compuesto por el precio de la pieza de repuesto, el coste de la mano de obra y los costes de transporte, resulta ser superior al precio de un dispositivo nuevo vendido comercialmente, entonces resulta caro querer reparar el dispositivo dañado.
El texto utiliza la expresión "todas las técnicas", que permite abarcar tanto las prácticas técnicas como las comerciales y, por tanto, permite incriminar diversas formas de obsolescencia programada.
Qué sanción
En cuanto a la sanción del delito de obsolescencia programada, el artículo L. 213-4-1 del Código del Consumidor prevé una pena de prisión de dos años y una multa cuyo importe máximo puede ser de 300.000 euros. Además, los tribunales penales podrán aumentar el importe de la multa hasta el 5% del volumen de negocios medio anual, calculado sobre los tres últimos volúmenes de negocios anuales conocidos en la fecha de los hechos.
Durante los debates parlamentarios, los opositores a la creación de este nuevo delito citaron las dificultades para implementar la represión, particularmente en lo que respecta a la administración de pruebas. De hecho, parece difícil establecer la realidad de la obsolescencia programada ante un tribunal penal. Por tanto, es necesario aportar pruebas de dos cosas: en primer lugar prueba de la existencia de una técnica destinada a reducir deliberadamente la vida útil del producto, luego la de la intención fraudulenta de la entidad responsable de la comercialización del producto que, a sabiendas, redujo la vida útil de su producto y éste, desde su concepción. Como resultado, podemos ver claramente que es difícil para un solo consumidor emprender acciones legales sobre esta base.
Las asociaciones de consumidores toman medidas
Estas cuestiones ponen de relieve el papel esencial de las asociaciones de defensa del consumidor, como UFC que Choisir o HOP (Stop Planned Obsolescencia), y de las instituciones de control como la Dirección General de Competencia, Consumo y Represión del Fraude (DGCCRF), que tiene verdaderas funciones de investigación. facultades y personal competente, para la revelación y denuncia de este delito.
Así presentó la asociación Stop Planned Obsolescencia (HOP) dos denuncias ante el tribunal de París, contra los dos gigantes industriales, Apple y Epson. Estas son las dos primeras acciones del grupo en este ámbito.
El 18 de septiembre de 2017, la asociación HOP, con su abogado Maître Emile Meunier, presentó varias denuncias por delito de obsolescencia programada y engaño en relación con las impresoras de inyección de tinta y los cartuchos de impresora de los cuatro líderes del mercado (Epson, HP, Canon, Brother ). La asociación se centró en el caso Epson, tras la publicación de un informe de investigación inédito, que muestra, entre otras cosas, que determinados cartuchos utilizados en las impresoras, también diseñadas por el fabricante Epson, indicaban que estaban "vacíos mientras que el 20% de la tinta estaba vacía". aun disponible. El 24 de noviembre de 2017, la fiscalía de Nanterre abrió una investigación preliminar.
Dos meses después, el 27 de diciembre de 2017, tras las recientes revelaciones de varios medios que informaban desaceleraciones en el iPhone 6, 6S, SE y 7 después Al actualizar el último sistema operativo, la asociación HOP presentó una denuncia contra el grupo Apple. Cabe señalar que Estados Unidos e Israel también han presentado denuncias por obsolescencia programada contra la marca Apple. El 5 de enero de 2018, la fiscalía de París abrió una investigación preliminar contra Apple por "obsolescencia programada" y "engaño". La investigación fue confiada a la Dirección General de Competencia, Consumo y Control del Fraude (DGCCRF).
En el contexto de estos dos casos, la parte más difícil aún está por llegar: la etapa de administración de la prueba. La utilización de expertos especializados es fundamental para detectar las técnicas utilizadas para implementar la obsolescencia programada. En cuanto a la prueba de la intención fraudulenta de los fabricantes, ante la legítima incompetencia de jueces que tienen poco conocimiento de las características técnicas o del proceso de fabricación industrial de los productos, la cosa promete ser compleja. Sin embargo, podría ocurrir que en los próximos meses los denunciantes o empleados decidan transmitir información que les permita aportar pruebas para facilitar la labor de investigación de los peritos.
Es probable que en el largo plazo el legislador se dé cuenta de la necesidad de mejorar la normativa vigente, dada la complejidad de la carga de la prueba del delito. O tal vez los jueces que conocen de casos actuales decidan eludir la ley considerando pruebas circunstanciales.
Por ejemplo, en el caso de Apple, posiblemente podrían considerar que producir varios modelos de iPhone sucesivamente, en un corto período de tiempo, e instalar en ellos sistemas operativos incompatibles con modelos anteriores, marca la intención del fabricante de forzar al consumidor a sustituir su móvil para seguir siendo cliente de la marca Apple.
Hoy en día, las investigaciones abiertas por los tribunales de París y Nanterre siguen en curso y pueden conducir a un resultado concluyente para los consumidores.
Qué es la obsolescencia programada
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